La Ley de Competencia y los retos que representa para las asociaciones empresariales

En muchos sectores económicos, las asociaciones empresariales —también conocidas como gremiales o cámaras— han sido piezas clave para estructurar el diálogo entre el sector privado y el Estado, estandarizar procesos, representar intereses comunes y generar cohesión en sectores productivos. La reciente aprobación de la Ley de Competencia en Guatemala ha abierto un nuevo contexto normativo que exige mayor atención al funcionamiento interno de las gremiales, especialmente en lo relacionado con el cumplimiento de las disposiciones que regulan la interacción entre competidores.

En muchos sectores económicos, las asociaciones empresariales —también conocidas como gremiales o cámaras— han sido piezas clave para estructurar el diálogo entre el sector privado y el Estado, estandarizar procesos, representar intereses comunes y generar cohesión en sectores productivos. La reciente aprobación de la Ley de Competencia en Guatemala ha abierto un nuevo contexto normativo que exige mayor atención al funcionamiento interno de las gremiales, especialmente en lo relacionado con el cumplimiento de las disposiciones que regulan la interacción entre competidores.

El cumplimiento normativo en materia de competencia no es una simple formalidad jurídica. Es una herramienta de gobernanza institucional que permite blindar a la gremial, a sus representantes y a sus miembros frente a riesgos legales, reputacionales y económicos. Asumir una postura preventiva resulta no solo prudente, sino estratégico.

Una práctica anticompetitiva puede ser sancionada incluso sin que exista un acuerdo formal por escrito. Las autoridades de competencia podrían encontrar pruebas de coordinación tácita, en actas de reuniones, presentaciones, correos electrónicos, mensajes de texto o incluso conversaciones sostenidas en eventos gremiales. En otras palabras, la informalidad del acuerdo no exime de responsabilidad. Cualquier interacción entre competidores debe observar límites claros.

Además, una gremial que cuenta con protocolos sólidos de cumplimiento no solo mitiga riesgos legales, sino que fortalece su posición institucional. Estas buenas prácticas generan confianza con las autoridades, mejoran la interlocución con entidades públicas y privadas, y abren espacio para una participación más activa en procesos regulatorios, reformas legislativas y otros ámbitos de incidencia. Las autoridades tienden a otorgar mayor credibilidad a aquellas organizaciones que se autorregulan y demuestran un compromiso serio con el cumplimiento.

Finalmente, adoptar una cultura preventiva es mucho más eficiente que enfrentar una crisis legal. Las investigaciones por prácticas anticompetitivas pueden acarrear no solo sanciones económicas, sino también desgaste reputacional, costos legales significativos y afectaciones colaterales a los afiliados. Establecer políticas claras, brindar capacitaciones periódicas, revisar los estatutos gremiales y contar con asesoría legal constante permite anticipar riesgos antes de que se materialicen.

Cada gremial enfrenta contextos y desafíos distintos, pero existen ciertas prácticas comunes que pueden servir como punto de partida para construir una cultura de cumplimiento efectiva. Entre ellas, se recomienda incluir una advertencia legal (antitrust caution) al inicio de todas las reuniones y dejar constancia de la misma en las actas, como recordatorio del marco normativo aplicable. También es fundamental establecer un manual interno de cumplimiento gremial que defina de forma clara qué conductas están permitidas y cuáles deben evitarse. La revisión de los estatutos, los requisitos de afiliación y los procedimientos técnicos desde la perspectiva del derecho de competencia es otra medida clave para prevenir riesgos, entre muchas otras que pueden implementarse.

Las gremiales tienen la oportunidad de asumir un rol proactivo en la construcción de una cultura de cumplimiento que fortalezca su legitimidad y resiliencia institucional. Más allá de evitar sanciones, implementar buenas prácticas en esta materia permite profesionalizar su gestión, mejorar su relación con actores clave y convertirse en referentes de transparencia y responsabilidad sectorial.

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